Capitulo 9: Esta vez es tu turno de enfermarte.
En el momento en que Latille dijo esas palabras, la expresión del Duque Atraxi se congeló. Si se llegaba a poner un dedo sobre él, se podrÃa caer y hacer añicos. Latille intentó apartar la mirada de él, lo lamentó mucho por él, aunque nadie más lo supiera. Sin embargo, otras personas a su alrededor no se veÃan muy diferentes a él. Todos la miraban con cara de sorpresa, era obvio que nadie habÃa entendido sus palabras.
Latille sonrió amablemente y repitió.
- Primero deberÃa tener alrededor de cinco.
El salón, que estaba silencioso como si hubiese muerto una rata, de repente se volvió ruidoso. En medio del caos, la palabra "cinco" y la palabra "harem" se mezclaron. El Duque Atraxi se acercó tardÃamente y gritó horrorizado.
- ¡De ninguna manera, Su Majestad! Hasta ahora hubieron algunos Emperatrices reinantes, pero todas tuvieron solo un matrimonio. HabÃa muchos hombres que se rumoreaban que eran amantes, pero nadie declaró concubinos ....
"Guau. Es genial poder hablar tanta mierda"
- El quinto Emperador Trashishu, conocido por ser sumamente puro, tuvo cinco concubinas; Eintra, el undecimo Emperador, tuvo seis concubinas. Otros tuvieron una media de quince concubinas. Los sucesivos Emperadores, que fueron más coquetos, tuvieron más de veinte concubinas.
- Sin embargo ...
- ¿Por qué no puedo tener tantas concubinas como quiera? Como los antiguos Emperadores, deberÃa tener al menos cinco concubinas.
Cuando Latille agregó "Soy un poco inocente" y sonrió, las bocas de los nobles se ensancharon tanto como sus puños. Estaban entrando en pánico. Latille miró sus rostros asombrados y curvó la comisura de su boca.
- ¿No insisten siempre los ministros en que si el Emperador tiene sólo una Emperatriz, las potencias extranjeras se vuelven demasiado fuertes, de modo que debe recibir concubinas para el equilibrio de poder?
No hubo alguna exageración en sus palabras. En realidad, fueron los mismos nobles los que empujaron a las mujeres al lado del Emperador con la misma lógica. Los nobles se callaron todos a la vez. Latille entonces agregó con una sonrisa.
- ¿No serÃa bueno que tuviera varias concubinas? Entonces ustedes podrÃan competir para tener al Emperador como su nuera.
Por primera vez, apareció una diferencia en las expresiones de los nobles que estaban unificados y asombrados hasta ahora. El rostro del Duque de Atraxi se arrugó aun más. Por el contrario, otras personas, excepto el Duque de Atraxi, incluso los miembros del Duque de Atraxi, mostraron una expresión tentadora. Es una situación grave a su manera. Latille casi se echa a reÃr. Tal vez todo el mundo pueda ver de adentro hacia afuera asÃ.
- Si eres soltero, puedes ofrecerte como voluntario.
Latille dijo medio en broma, pero deliberadamente con una expresión seria. Contrariamente a la intención, las personas que lo aceptaron parecÃan muy serias.
- ¿Se ofreceran como voluntarios?
Los nobles no pudieron decir ni una palabra y se miraron entre sÃ. Latille tomó su barbilla y, dedicandoles una sonrisa, designó a la persona encargada del asunto. Mientras trataba de salir por la puerta posterior al Trono de la sala de conferencias, Latille encontró un secretario sentado en un escritorio cercano. ¿Fue divertida la reunión de hoy? El escriba estaba anotando la reunión con ojos brillantes. Luego, cuando Latille se acercó, dejó de hacerlo y se levantó de un salto sorprendido.
- Ah, el escriba.
- ¡SÃ, Su Majestad!
- Te lo digo de antemano. Más tarde, si Jim tiene cinco concubinas, asegurate de escribir esto.
- ¿SÃ?
- El Emperador Lastrasille solo tenÃa cinco concubinas. Sin embargo, parecÃa tener una muy buena relación con la Emperatriz masculina.
- ¿SÃ?
Latille volvió la vista hacia el escriba y salió de la sala de conferencias. Al regresar a la habitación, Latille no soportó más y comenzó a reÃr cuando recordó la expresión vergonzosa de los ministros.
*****
- ¡¿Cómo puede Su Majestad ser asà conmigo?!
Cuando regresó a la Mansión, el Duque Atraxi gritó y se quitó la túnica. Las sirvientas parecÃan asustadas y rápidamente recogieron la ropa que se habÃa quitado. La Duquesa, que participó en la coronación pero no asistió a la reunión, rápidamente se acercó y le preguntó.
- ¿Cómo fue la reunión con Su Majestad?
- Es muy bueno. Lo hizo demasiado bien.
- ¿Qué quieres decir con que fue demasiado bueno?
- Desde el primer dÃa ya tiene a los ministros en la palma de sus manos
- ¿Y eso es malo?
La Duquesa abrió mucho los ojos. El Duque Atraxi tomó el licor que se encontraba en la gabeta.
- No, este hombre. No te limites a beber, tienes que contarme lo que sucedió. ¿Su Majestad fue duro contigo? Se ha olvidado de las contribuciones que hizo hacia Su Majestad?....
- Definitivamente ha prometido felicitaciones y recompensas por ello.
- ¿Entonces, cuál es el problema? Tienes que decirlo, no bebas.
La Duquesa gentilmente hizo preguntas y al mismo tiempo con rapidez tomó la botella de licor del Duque. Él la miró con una mirada desesperada, pero cuando vio por el rabillo del ojo, bajó la mano, que se habÃa estado balanceando.
- Su Majestad ha dicho que aún no tiene intención de contraer matrimonio.
- ¿Estas enojado por eso?
La Duquesa chasqueó la lengua.
- Ya sea el próximo año o más tarde, está bien proceder lentamente con ese asunto. De todos modos, los ministros insistirán a Su Majestad con ese tema todo el tiempo, y al final, no podrá cambiar de opinión en unos años.
- Si eso fuera todo ...
- ¿Qué mas sucedió?
- ¡Dijo que traerÃa concubinas! ¡CONCUBINAS!
- ....
Esta vez, la Duquesa no pudo responder correctamente. Estaba de pie como una muñeca de madera, parpadeando. "Concubina .... Concubina ...."
- ¿Una concubina?
La Duquesa gritó asustada y el Duque Atraxi asintió con una mueca.
- Además, parece estar pensando en elegir a la Emperatriz masculina de entre los concubinos.
- ¡Oh Dios mio! Entre las Emperatrices, ¿hubo alguna que tuviera concubinos....
- No habÃa ninguna.
La Duquesa se tapó la boca con la mano e hizo una expresión sutil.
- Es molesto cuando pienso en nuestro Lanamun. Sin embargo, personalmente, es un poco divertido.
- ¿Divertido?
- Por supuesto. Nacen las primeras concubinas masculinas.
Como lo dijo sus emociones parecÃan complejas y era difÃcil saber si estaba llorando o riendo.
- De todos modos, será difÃcil que nuestro Lanamun se convierta en esposo, ya que las cosas han sido de esta manera...
El Duque suspiró recordando el carácter arrogante de su hijo.
- No intentará entrar en el harem por su orgullosa personalidad.
*****
En la primera mañana desde que se convirtió en Emperador, Latille se levantó, abrió la ventana de par en par y disfrutó del sol de la mañana en su cuerpo. Un poco de aire fresco y húmedo llenó sus pulmones, y una sonrisa salió de forma espontanea. Tuvo un sueño, el sueño del dÃa en que Haizens la abandonó para que esperará por cinco años. Parece que el sueño a menudo la aflige y no puede ser derrotado ni con el estatus de Emperador.
"Con suerte, mi primer sueño de convertirme en Emperador es su alto sintetizador..."
Latille murmuró por dentro, pero a diferencia de lo habitual, las secuelas del sueño no fueron buenas. Sin embargo, gracias a la coronación de ayer, las secuelas rápidamente se fueron, haciendo que su corazón palpitara. Declaró un harem, y eso también hizo que sintiera un extraño soplo en su corazón. Hizo una declaración con varios propósitos emocionales y polÃticos, de todos modos, al menos cinco personas dirán que serán sus propios hombres.
"Podrá ser incomodo"
Latille se rascó la frente y se detuvo por un momento. "Haizens..." La boca de Latille se torció con frialdad. ¿Quizás el sueño que tuvo con Haizens es una señal de que una oportunidad de venganza se acerca? También recordó la mierda que habÃa olvidado... Cuando Latille era la Princesa de la Corona, llegó una delegación de Karrisen preguntando por la concubina del Emperador Haizens. Él se atrevió a enviar una delegación asà al paÃs en el que confiaba. Es natural intercambiar rehenes y concubinas entre naciones poderosas, pero para Latille, el pintor no tuvo más remedio que volar hasta la punta de su cabeza. Una sonrisa se extendió por el rostro de Latille.
- ¿Qué deberÃa hacer, Haizens? DeberÃa devolverlo de la misma manera.
*****
- El sistema fiscal necesita una pequeña reforma. A pesar de que solo fue por medio año, la oferta de bienes cerca de la capital no se distribuyó adecuadamente y las batallas a pequeña escala en los alrededores contribuyeron a que el precio de la capital aumentara de forma anormal en comparación con las otras provincias.
- Si los impuestos se redujeran solo en la capital, habrÃa muchas reacciones violentas en otros lugares. Adaptarse al nivel de otras provincias, solo supondrÃa una carga para las personas que viven en la capital.
- Si. Parece que hay que mantener el centro bien en el medio.
- ¿Cuánto tiempo se tardará en cobrar el precio?
- Antes y después de la ceremonia de coronación de Su Majestad, el volumen de transacciones entre visitantes y cúpulas extranjeras aumentó. La distribución ya está activa, por lo que los precios no deben tardar en alzarse.
- ¿Qué piensan los señores de esto?
- Si reduce el impuesto, podrá aumentar la popularidad de la gente común de inmediato, pero no estarán satisfecho con que se vuelva el impuesto a su estado original luego. La economÃa puede recuperarse rápidamente, asà que creo que es mejor que se quede como esta.
- Pero Su Majestad, es una carga para la gente común. Incluso si se recupera rápidamente será difÃcil luego de uno o dos meses. Si continuamos exigiendo, se sentirán insatisfechos de inmediato.
El perÃodo en el cual Latille peleó con el PrÃncipe Tala fue, de hecho, no muy largo en comparación con una Batalla por el Trono. Sin embargo, como la lucha se centró en la Capital, el problema fue que la Capital solo se vio afectada por esa influencia. Esto dificulto la implementación de una polÃtica uniforme. Desde el primer dÃa, Latille sufrió problemas entre los funcionarios del Tesoro Real, que también se encontraban en desacuerdo entre ellos.
- Definitivamente la práctica es diferente.
A diferencia de los libros, existen muchas variables. El hecho de que no se decidan las respuestas correctas e incorrectas aumentó aún más el sentido de la responsabilidad. En los dÃas de la Princesa Heredera, me dijeron que si decÃa loa respuesta incorrecta, ya fuera un primer ministro o un maestro, estaba mal, pero ya no existe ese proceso. Si Latille llevaba a cabo la respuesta incorrecta, esta afectarÃa la vida de la gente directamente. Cuando Latille estaba completamente exhausto y llegó al escritorio el asistente, que observó todo en silencio, se echó a reÃr.
- Debe estar cansada.
- Es más difÃcil de lo que pensaba.
Latille murmuró impotente.
- Su Majestad lo hará bien.
Lo siguiente que Latille debÃa decidir fue el tema del Harem que declaró en la Coronación, pero afortunadamente no fue tan difÃcil. No, era bastante esperado. Esto se debe a que ya habÃa pensado en este problema y debido a esto, el funcionario a cargo del problema del Harem entró y mostró los documentos explicando a Latille, quien sonreÃa cómodamente.
- Este es el documento que normalmente se firma antes de entrar al Harem, sin embargo, puede agregar sus propias condiciones.
Cuando el funcionario dejó los papeles, Latille no ocultó su sonrisa rencorosa y pronunció las palabras que habÃa preparado durante todo este tiempo.
- Ah, no hay nada más que agregar. Sólo quiero tener concubinas de otro paÃs por la diversidad y la relación entre paÃses.
- Si Su Majestad. Si me lo dice, enviaré una delegación. ¿A qué paÃs quieres enviarla?
El funcionario que no estaba al tanto de las intenciones de Latille, juntó sus manos y esperó sus ordenes. Latille apoyó el brazo en el escritorio y le ordenó que se alegrara.
- EnvÃalo a Karrisen, al Emperador Haizens.
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