Capitulo 11
Raphael miró el rostro asustado
de Annette con una sonrisa cruel.
“Como se esperaba
de un bávaro. ¡Tan astuto! Realmente me enoja cómo mientes tan hábilmente
con esa cara de ingenuidad".
Sus crueles palabras golpearon el corazón de Annette. Ella
pensó que lo habÃa manejado bien esta vez, pero fue su error pensar
asÃ. Después de todo, Raphael era un hombre terco y mezquino. No la
creerÃa tan fácilmente. Raphael sonrió con frialdad cuando vio que el
rostro de Annette se ponÃa pálido por la sorpresa.
“Está bien, digamos
que hoy ganaste. ¡Maldita sea esta primera noche! Simplemente ve a
cualquier parte. No quiero volver a ver esa cara".
Raphael apartó la mano de la puerta rota y se volvió sin corazón. Annette
miró su espalda frÃa y suspiró interiormente. Incluso ahora, su
temperamento era el mismo. Tal vez se habÃa acostumbrado, por eso ni
siquiera lloraba.
'Algún
dÃa,…. Me libraré de esta culpa.’
Y seguramente obtendrÃa una disculpa de Raphael por este
malentendido.
Aunque ahora caminaba descalza por el pasillo oscuro, todavÃa
estaba bien. No harÃa nada como en su vida anterior. No morirá como
una mujer pasiva que no podrÃa hacer nada por sà misma. Annette reunió
todo su coraje y levantó la cabeza inclinada con determinación.
~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~
La primera decisión de su nueva vida sucedió muy
rápidamente. Un practicante fue llamado a la casa del Marqués de
Carnesis. Era un hombre joven de unos 30 años, con cabello castaño
brillante y cejas oscuras. Comenzó a dudar de sus oÃdos cuando escuchó la
extraña petición de Annette. Después de un momento de silencio, le
preguntó con cuidado:
"¿Qué? ¿Qué
estás... qué tipo de tratamiento quieres?"
Sus ojos parecÃan querer que Annette retirara sus palabras de
inmediato. Fue una solicitud muy embarazosa. Pero Annette, que ya
habÃa tomado una decisión, repitió con calma lo que acababa de decir.
“Eso… escuché que
hay practicantes que pueden probar la inocencia de uno. Se dice que son
del lado ginecológico. ¿Puedes presentarme a alguien asà de tu
cÃrculo? Prefiero que la persona sea una practicante".
Annette parecÃa tranquila en la superficie, pero en realidad
estaba temblando por dentro de vergüenza. Apretó los brazos de su silla
con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos. QuerÃa retirar lo
que dijo ahora y enviar al practicante de regreso, pero sabÃa que esta era la
única forma.
Raphael, que odiaba a Annette, no creerÃa en su inocencia aunque
ella apelara dÃa y noche. Ella no tuvo más remedio que mostrarle evidencia
corroborativa a través del testimonio del practicante. Si ella misma no
tomaba la iniciativa de aclarar sus cargos, nadie lo harÃa. La puerta se
abrirá solo para aquellos lo suficientemente valientes como para
llamar. Esa fue la lección que Annette aprendió de su vida anterior.
Annette se mordió los labios con fuerza al recordar los últimos
cinco años que habÃa sufrido. En lugar de repetir la misma desgracia otra
vez, era mucho mejor soportar la vergüenza momentánea.
“Bueno,
señora. Si insistes…."
Cuando el practicante vio que Annette no estaba dispuesta a
retirar su pedido, empezó a sudar frÃo. ParecÃa estar intentando decirle
algo. Justo cuando Annette estaba a punto de escuchar, la puerta del salón
se abrió repentinamente sin ceremonias.
¡¡Explosión!!
"¡Oye!"
Sorprendido por el inesperado ruido fuerte, el practicante
gritó. A diferencia de su antiguo rostro profesional, ahora parecÃa
sorprendentemente tÃmido. De hecho, Annette también se sorprendió. Ella
miró al intruso inesperado y sus ojos se abrieron.
“¿Raphael? ¿Qué
estás haciendo aqu�"
Como no habÃa pasado mucho tiempo desde que se despertó, Raphael
entró con una camisa blanca y pantalones. Sus músculos bien entrenados
sobresalÃan de debajo de su camisa. Con su complexión alta y musculosa,
parecÃa bastante amenazador.
Sus ojos azules brillaron con enojo cuando se volvió hacia el
practicante que estaba frente a Annette. Le preguntó con voz ronca como si
estuviera gruñendo.
"¿Ya se hizo
la prueba?"
"¿Sà SÃ? ¿Qué,
qué tipo de prueba?..."
El practicante estaba tan aterrorizado que no sabÃa qué decir y
empezó a tartamudear. El rostro de Raphael se contrajo de
rabia. Apretó los dientes y arremetió contra él.
“¡Maldito hijo de
puta! ¡¿Ya lo hiciste o no?!"
"¡No! No
lo hice, alteza. ¡¡Lo juro por Dios!! ¡Yo... no toqué a tu esposa en
absoluto!..."
Solo entonces el practicante se dio cuenta de lo que estaba
preguntando Raphael. Le estrechó la mano desesperadamente. Estaba
temblando tanto que casi se mordió la lengua mientras hablaba. A Annette
le preocupaba que se viera envuelto en una pelea.
Raphael, que vio la verdad en el rostro del asustado
practicante, se acercó a él. Agarró su cuello y lo arrastró fuera del
salón y luego cerró la puerta detrás de él. El aire en toda la habitación
pareció vibrar junto con el portazo.
Raphael realmente tenÃa mal genio. Las puertas de la
mansión que fueron cerradas con tanta fuerza, afortunadamente no
colapsaron. Bueno, cuando lo pensó, ayer rompió la puerta del
dormitorio. Annette, que estaba acostumbrada a vivir con su grosero
marido, suspiró cuando lo vio acercarse a ella.
“¿Qué pasó, Raphael? ¿Hay
algo mal?"
0 Comentarios