Capitulo 23
La noticia de la
aparición de Ian en el palacio se extendió rápidamente por toda la capital a
pesar del drama de anoche.
Durante la pregunta 18,
se reveló que Ian Reinhardt era inocente y que la conspiración de traición en
sà no era cierta.
El hecho de que estuvo a
punto de ser asesinado bajo las órdenes de la Emperatriz, quien era el
verdadero culpable, no fue revelado.
Ese fue el trato secreto
entre Ian y la familia Imperial.
Oscar juró delante de
todos que el duque recuperarÃa su propiedad.
Sin embargo, no podrÃa
devolver a algunos de los aristócratas bajo el liderazgo del Duque, que fueron
ejecutados por traición.
Además, el mayordomo, que
se vio obligado a presentar una denuncia interna con pruebas falsas, no estaba
a la vista. Es posible que haya sido amenazado y asesinado.
El prÃncipe Oscar habÃa
prometido investigar a fondo la traición... pero mientras la Emperatriz
viviera, la injusticia de Ian no se resolverÃa más.
Al menos, el resultado de
este drama no podÃa empeorar ahora.
Sin embargo, Ian lamentó
mantener vivo a Bartolt. Si hubiera sabido que la Emperatriz serÃa tan
codiciosa, habrÃa matado a ese traidor.
La noticia del regreso
del duque se extendió a todas las direcciones en cuestión de minutos.
Cuando Ian salió del
palacio, se enfrentó a una multitud de nobles.
"¡Capitán!"
Una caballera con su pelo
rojo ardiente atado en alto, empujando a través de la multitud, gritó.
Ella fue una de las ocho
candidatas a Maestros de la Espada.
El Conde Redra Reikla.
Una mujer caballero del
duque de Reinhardt, que estaba entre las familias supervivientes que le
sirvieron.
Las rodillas de la mujer se
derrumbaron en el suelo, apenas lo suficiente para que el polvo subiera y
bajara.
"¡Estabas vivo...!"
Los ojos de Ian se
fijaron en la mujer, que se arrodilló ante él.
Los caballeros que la
siguieron también se arrodillaron.
Ese sentimiento de
nostalgia en su corazón encontró su camino para recordar a Laritte, quien una
vez se habÃa ocupado de sus heridas...
"Conde Reikla".
Él pronunció, extendiendo
su brazo hacia ella.
"¿Cómo has
estado?"
Ni el duque ni el conde
estaban tan asustados como los soldados vencidos que huyeron de la batalla.
Un par de ojos le
devolvieron la mirada.
Redra se puso de pie
sosteniendo la mano de Ian mientras las lágrimas fluÃan por sus ojos ambarinos.
“¡¡Lo soy, Capitán…..!! ¡Pensamos
que te habÃamos perdido!"
Las vidas de los
caballeros del duque se llenaron de caos después de que se enteraron de su
muerte en el campo de batalla.
Algunos fueron ejecutados
e innumerables empleados se dispersaron por todo el Imperio.
En cuanto a Redra Reikla,
solo se escapó con su familia, escondida y disfrazada.
El estigma de la traición
también cayó sobre su familia.
Apenas llegaba a fin de
mes mientras vivÃa en una casa cerca de la capital.
Pero ella mantuvo
firmemente su fe.
Su capitán, Ian
Reinhardt, un espadachÃn, no podÃa morir en vano.
Era obvio que algo andaba
mal y solo el tiempo podÃa aniquilarlo. Y esa fe suya emergió hoy como un
pilar sólido e inquebrantable.
"¡Capitán! ¡¿Cómo
está tu salud?!"
"Estoy
bien. ¿Sabes el paradero de mis caballeros?”
“…….Algunas familias
fueron obligadas a desaparecer en las celdas de la prisión, pero muchas están a
salvo. ¡Haremos todo lo posible para encontrar a los demás, Capitán!"
Habló sin pensar,
limpiándose los pantalones polvorientos.
“La Familia Real declaró
que los liberarÃa, asà que no se preocupe demasiado. Va a ser una larga
historia, pero no puedo contarlo todo aquÃ".
“He traÃdo un
carruaje. ¿Estás seguro de que quieres volver al Ducado de inmediato?”
Ian negó con la cabeza.
"Hay alguien a quien
debo recoger primero".
El cansancio acumulado
por muchos eventos finalmente se disipó.
Al final, con la ayuda
del prÃncipe Oscar, finalmente resolvió su injusticia y recibió una disculpa
cordial de la familia real.
Tuvo que soportar todo un
invierno en la villa, aislado del resto del mundo. Y ahora, tendrÃa que
regresar con su esposa que estaba allà con él.
"¿Alguien a quien......
recoger?"
Preguntó, desconcertada
por el gesto de positividad de Ian.
Ahora que sus asuntos
estaban resueltos, estaba un poco arrepentido por haber decidido enviarla de
regreso. Nunca pensó que el viaje a la villa iba a ser arduo.
Pero no podrÃa haber ido
demasiado lejos sola. Ahora todavÃa es de noche.
Cuando estaba pensando en
recogerla en la villa para contarle el buen resultado, una mujer se les
adelantó corriendo. Sus ojos vacilantes se iluminaron cuando vio al duque.
Ella abrió los labios con
suavidad.
"Su gracia…."
Redra se paró frente a
Ian y bloqueó a la mujer para que no se le acercara.
Siendo la única lÃder de
la casa y caballero de su enorme familia, era más leal al Duque que cualquier
otra persona.
La joven dio un paso
atrás en un ataque de sorpresa.
Ian le dijo a Redra que
se calmara antes de preguntar.
"¿Qué es….?"
Se sintió un poco
mareado, ya que era un efecto secundario de beber las lágrimas de un dragón.
Preguntó Redra tan pronto
como recuperó la compostura.
"Vas a pasar por la
mansión del Conde Brumayer, ¿no es asÃ, Capitán?"
"¿Del Conde?"
Ian preguntó de vuelta.
De hecho, fue Redra quien
gritó de asombro cuando se llevaron a Laritte. No pudo escuchar a los
demás cuando le dijeron que no interfiriera en el trabajo del duque.
"¿No vas a recoger a
tu esposa...?"
Por supuesto, Redra se
referÃa a Rose.
Era obvio para el duque tomar
a su esposa original en lugar de un hijo ilegÃtimo.
Pero si Ian pasaba por la
mansión del Conde, ¿no perderÃa a Laritte para siempre?
Añadió la mujer
vacilante.
"Vi a la duquesa ir
hacia la Mansión del Conde".*
(*En inglés, decÃa que la
habÃa visto pasear por la mansión, pero no tenÃa mucho sentido asi que lo
cambie)
"¿Ella regresó allÃ?"
Se referÃa a Rose, pero
Ian, sin darse cuenta de que su esposa habÃa sido cambiada, recordó a Laritte.
Ian estaba
confundido. Recordó haberle dicho que se escondiera en la villa en caso de
que las cosas salieran mal.
‘¿Fue a la mansión del
conde?’
De todos modos, estaba
agradecido de pensar que podrÃa conocerla antes.
Volvió los ojos hacia
Redra.
QuerÃa ver a su esposa
ahora mismo.
“Prepara el viaje a la
mansión del conde Brumayer. Allà me reuniré con la duquesa.”
"¡SÃ, capitán!"
Por orden de su capitán,
se apresuró a abrirle la puerta del carruaje.
~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~
La atención de todos se
centró en el carruaje de Ian.
¿Qué harÃa el duque
ahora?
Uno conjeturaba que
volverÃa a su territorio.
Dado que el puesto de
duque estaba vacante bajo la jurisdicción de la familia imperial, era la
opinión más común de la gente.
Pero su carruaje no salió
de la capital.
Poco a poco, el hecho de
que el próximo destino de Ian fuera la mansión del Conde Brumayer se extendió
por la capital.
¿Iba a conocer a Rose
Brumayer, su esposa original?
¿O fue para vengar la
decisión del Conde que envió a una humilde hija ilegÃtima a reemplazar a su
hija cuando cayó el Duque?
A pesar de las
innumerables especulaciones, la familia Brumayer fue cautelosa.
"¡El duque avanza
por aquÃ, mi señor!"
El Conde Brumayer apretó
el puño mientras la doncella declaraba nerviosamente. Sus manos temblaban
de miedo.
"¿Por qué diablos está
viajando tan rápido?"
SabÃa que algún dÃa
tendrÃa que enfrentarse al duque. Ser responsable ante él por cambiar a la
novia del duque.
'Solo tengo que
disculparme con él por enviar a ese hijo ilegÃtimo en lugar de Rose.....'
Pero aún asÃ, sus nervios
estaban entumecidos cuando se enteró de la noticia.
'¿Qué debemos hacer?'
Siguió agonizando.
Pronto, el carruaje de
Ian apareció frente a su mansión.
Se puso de pie bajo la
escolta de Redra.
El Conde caminó hasta la
puerta principal, mientras que la Condesa se paró frente a la mansión con una
sonrisa forzada en su rostro.
3 Comentarios
Me encanta la novela muchas gracias por los capÃtulos ❤❤❤
ResponderBorrarQue paso con nuestra niña qwq? La rose vale madres qwq! Encuentra a tu waifu Ian no me falles qwq! Mil gracias ❤️
ResponderBorrarYO SOLO NECESITO SABER DONDE ESTA MI NIÑAAAAA AHHHHHH
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