Capitulo 17
Abatido, un suspiro tras
otro continuaron escapándose de mÃ. Aparecieron nubes negras sobre mi
cabeza.
Por supuesto, esas nubes
se quedarÃan.
Independientemente de mi
miserable disposición, los otros dos estaban distraÃdos con los preparativos
para Winterwald.
El rostro de Luca
finalmente se iluminó después de mi decisión.
Se me puso la piel de
gallina después de escucharlo decirme 'mamá', pero luego lo dejé caer poco
después de esa decisión.
Por supuesto, desde que
se detuvo, Rüdiger tampoco defraudó sus sospechas...
Luca empacó alegremente
sus pertenencias. Como no tenÃamos mucho, no tomó tanto tiempo.
Cargamos nuestras escasas
pertenencias en el carruaje.
Frente a nuestra casa,
ese resplandeciente carruaje negro me resultaba terriblemente familiar.
Era el mismo carruaje que
casi me atropelló ayer por la mañana temprano.
DeberÃa haber sabido
mejor que todo esto fue desafortunado desde que lo vi.
Sin ninguna razón
especial, le di al carruaje una mirada desagradable.
AsÃ, despegué con Luca a
Winterwald a la velocidad del rayo.
Incluso antes de que los
aldeanos intentaran reaccionar ante la inesperada llegada del aristócrata,
escuchar que nos Ãbamos con él fue aún más sorprendente.
No sé cómo se extendió el
rumor, pero los aldeanos se enteraron de que me gané a Rüdiger y luego me
convertà en su esposa y en parte de la familia del aristócrata.
También corrÃa el rumor
de que el aristócrata tenÃa un corazón tan grande que estaba dispuesto a
llevarse a Luca para criarlo.
Pero la verdad del asunto
es que me tomaron por Luca… ni
siquiera tuve el lujo de explicarme.
Cuando Lea se enteró del
rumor, estaba empeñada en encontrarme.
TenÃa los labios y los
puños apretados con fuerza, temblando de furia.
"Judith, tú...
dijiste tantas veces que querÃas secuestrar a un aristócrata rico, asà que supongo
que finalmente lo lograste..."
No eso no es.
No somos asà en absoluto.
Si sigues hablando asÃ,
¿qué pensarÃa de mà Rüdiger, que está a
mi lado…?
Rápidamente miré hacia
Rüdiger.
En ese caso, estaba
ocupado conversando con el jinete.
Recé para que no escuchara
nuestra conversación.
Mientras suplicaba
desesperadamente, abanique mi rostro carmesÃ.
Miró en mi dirección
después de terminar su conversación con el jinete.
“Parece que los
preparativos están terminados. Tenemos que irnos ahora, asà que por favor
súbase al carruaje, Lady Maybaum.”
Me tendió la mano.
Impregnado de gentileza,
el gesto modesto y educado irradiaba elegancia y naturalidad.
Lea miró mientras esta
situación se desarrollaba con celos hirvientes.
Y gritó como si me
estuviera desafiando.
"Multa. De
ahora en adelante, tendré mayores ambiciones.
Encontraré un cónyuge que será mejor que tu esposo, ¡asà que únete a esa sociedad
aristocrática y espera!"
“¡Espera, Lea!"
Llamé a Lea, pero sin
siquiera darse la vuelta una vez, se marchó furiosa.
Ella hizo su punto de una
manera peculiar...
No tenÃa ningún
resentimiento por Lea, asà que esperaba que su malentendido se aclarara.
"¿Hubo algún
problema con tu amigo?"
Rüdiger se inclinó hacia
mà y susurró.
Debido a la diferencia de
altura, su aliento me hizo cosquillas en la oreja.
Su voz impregnada de
colonia me cortó la respiración sin que yo lo supiera.
Uh, Sr.
Rüdiger. ¿Puedo tener un poco de espacio?
La distancia entre
nosotros se hizo más pequeña; incapaz de enmascarar mi nerviosismo, sin
querer solté un grito.
“A-Ah, no. No hubo
ningún problema. Podemos irnos ahora. Démonos prisa".
Rápidamente me subà al
carruaje como si huyera de Rüdiger.
Cuando subà al carruaje,
finalmente pude dejar escapar el aliento.
Vaya, caramba.
Fuera del carruaje,
Rüdiger miró distraÃdamente su palma.
Abrió y cerró la mano
varias veces antes de dejar escapar un pequeño suspiro.
Finalmente me di cuenta entonces
de que habÃa ignorado por completo su gesto de bondad.
Oh, no... No fue a
propósito.
Torpemente me rasqué la
parte de atrás de mi cabeza.
¿Y si Rüdiger lo
malinterpretó como que no me agradaba?
QuerÃa mantenerme en
buenos términos con Rüdiger, asà que estaba tratando de explicar lo que
sucedió.
Pero antes de que abriera
la boca, Luca, que ya estaba en el carruaje, interrumpió de repente.
"Oiga señor, ¿qué
sigue haciendo ahà fuera y no entra?"
0 Comentarios