Capitulo 36 - Primer Rechazo
Serus no se atrevió a contarle a Fabián la noticia tal como
estaba.
La atmósfera 'perezosa' del Palacio Felice, combinada con su
falta de respeto por la presencia del Emperador, fue una sorpresa en sÃ
misma. En pocas palabras, el mayor monarca del Imperio fue derrotado por
el parloteo del principito y los juegos de cartas.
"¿Qué dijo el Rey?" Fabián miró a Serus,
cubriendo el libro que estaba leyendo.
Fue un momento inevitable.
"Dijo que organicemos un banquete para la cena de Su
Majestad".
No fue mentira. Es solo que Serus habÃa eliminado el
propósito y el motivo de la cena.
"Genial."
Serus se sentÃa culpable, pero temÃa que Fabián se sorprendiera
si le contaba lo sucedido. Honestamente, habÃa visto a la Emperatriz en
muchas ocasiones mientras vivÃa cerca del Emperador, pero era la primera vez
que la veÃa comportarse asÃ.
La sonrisa de Evelyn, como si se hubiera convertido en una
persona diferente, también sorprendió a Serus.
"DÃgale que es muy importante cuidar bien de los caballos
del Ejército Imperial".
"SÃ….."
Fabián no parecÃa saber si esos términos solo hicieron que lo
echaran ahora.
“Más que eso, Su Majestad. Creo que deberÃas volver al
Imperio ahora". Serus dijo que hizo todo lo posible por persuadir a
Fabián.
"He oÃdo que los nobles están sumidos en el caos y se están
volviendo loco".
Fue el momento del regreso del Emperador. Entonces el
banquete que se va a celebrar será una maravillosa cena de despedida. Por
encima de todo, por fin, Serus ya no tenÃa que sufrir en este lugar.
"Bueno, es su trabajo volverse loco".
"Eso es cierto, pero la ausencia de Su Majestad los hizo
aún más arrogantes y algunos incluso comenzaron a acercarse al Vaticano".
Fabián frunció el ceño. Por supuesto, sus palabras no
estaban mal. Serus era su amigo Ãntimo y siempre estaba a su
lado. Aun asÃ, varios Caballeros del Halcón Negro se quedaron en el
Imperio y vigilaron a todos de cerca.
"Quieren morir, ¿eh?"
"Eso es."
Fabián suspiró desagradablemente.
“Qué desperdicio decir que son nobles. Son peores que un
perro sin dueño".
"El Imperio necesita a Su Majestad".
"Parece que lo mejor que hacen los nobles es
morderse".
El Imperio era muy estricto. La etiqueta y la dignidad
siempre pesaron mucho sobre la nobleza. Era un sistema que les dificultaba
llevar a cabo rebeliones, ya que desempeñaban un papel en el seguimiento
mutuo. Y tampoco podÃan pensar en otra cosa, porque habÃan desperdiciado
toda su energÃa en el alboroto sin sentido.
"Tsk..."
Fabián se pateó la lengua de manera desagradable. Pero,
solo Serus podÃa entender la mente de Fabián de que querÃa quedarse aquà más
tiempo.
"¿Alguna otra historia?" Preguntó Fabián, cambió
el tema de inmediato. Y esta fue la mayor crisis de Serus.
"¿Cuándo dijo Evelyn que vendrÃa?"
De hecho, Fabián dio mensajes separados al Rey y a la Princesa. En
el mensaje de Evelyn, él solo dijo que querÃa ir a su casa para verla.
"Bueno eso es……"
Serus se habÃa esforzado mucho. Esperó pacientemente a que
el juego de cartas llegara a su fin y le transmitió cuidadosamente su mensaje a
Evelyn cuando ella estaba sola. Pero la respuesta de Evelyn no resultó
como se esperaba.
“¿Yo? ¿Su
Majestad?”
No era la Emperatriz elegante y agraciada que Serus
conocÃa. Evelyn, Princesa del Reino de Felice, estaba muy confiada y
simplemente reveló sus pensamientos más Ãntimos.
“¿Por
qué?”
Evelyn no tuvo más obediencia.
“No.”
El principito no era el único que podÃa decir eso.
“Me
niego.”
Y sin dudarlo, Evelyn le dio la espalda. En primer lugar,
este estilo de comportamiento no existÃa en los modales. Ningún
aristócrata podrÃa haber mostrado tal actitud en el Imperio. Pero, dado
que este era el Reino Felice, Serus no tenÃa derecho a culparla.
“¿Hay algo más? ¿Por qué dejas de hablar?” preguntó
Fabián.
Serus volvió a la realidad bajo la presión de Fabián. Ya no
habÃa ninguna razón para que él lo escondiera.
"Eso es….."
Serus luchó hasta el final, pero solo llegó a la conclusión de
que no podÃa hacer nada con la respuesta directa de Evelyn.
"Ella lo rechazó." dijo Serus. Después de
tanto pensarlo, también era su deber, asà que simplemente dijo la verdad.
"Okey." respondió Fabián. Luego, unos 3
segundos después, de repente frunció el ceño. Fue el tiempo que tardó
Fabián en aceptar la realidad.
"¿Qué?"
Serus no pudo decir nada.
"¿No? ¿Qué? ¿Por qué?"
Continuó su absurda pregunta. Era similar a lo que habÃa
dicho Evelyn.
"¿Hay alguna razón por la que ella no pueda?"
"Err... por la razón..."
"¡Dime bien, no te pierdas ni una palabra!"
Serus se vio obligado a obedecer sus órdenes.
"La princesa dijo...... “No,
no quiero, me niego”......"
Fabián pareció haberse olvidado de respirar por un segundo.
"¿Antes de que? ¿Qué dijo antes de eso? ¡¡¡Dime
de nuevo!!!" Preguntó Fabián, sin saberlo, agarró a Serus por el
cuello.
"¿Eh…?" Y acaba de salir un suspiro.
¿Negar? Era una palabra imposible para el
Emperador. ¿Quién se atrevió a rechazar al Emperador? Este fue el
primer rechazo de Fabián desde que ascendió al trono.
"¿Ella lo rechazó?" La voz de Fabián temblaba de
asombro. Pero Serus no pudo responder a sus curiosas preguntas.
"¿A mÃ?" De todos modos, parecÃa que Fabián no
necesitaba la respuesta de nadie.
"¿Cómo se atreve ella?"
Por primera vez en su vida, tuvo este tipo de sentimiento desde
que nació. Curiosamente, esas emociones no fueron tan terribles como la
que tuvo por la noche cuando Evelyn pidió el divorcio.
"¿Qué diablos, cuál es su razón?" Fabián todavÃa
no sabÃa cómo aceptar el rechazo.
“No lo sé…..” El pobre Serus solo habÃa dicho la
verdad. Fabián parecÃa confundido porque sus planes habÃan fracasado por
completo. El rechazo fue una situación inesperada y no se lo imaginó.
"¿Por qué no da una orden, señor?"
Fabián era el Emperador, por lo que también era lo único en lo
que Serus podÃa pensar como un hombre del Imperio.
Fue la tragedia de los dos hombres.
"¡Okey!”
Fabián escribió una carta en el papel que tenÃa delante.
"Dale esto".
"Si su Majestad."
Incluso después de que Serus se fuera, Fabián todavÃa no podÃa
recuperar la compostura.
"¿Negar?"
Salió una risa inútil. Aún asÃ, una vez estuvieron
casados. En la memoria de Fabian, Evelyn no era una mujer tan
frÃa. Pero, cuanto más la seguÃa mirando, más se sentÃa como una extraña.
Los ojos oscuros de Fabián se llenaron de caos,
"De verdad, es una mujer que no entiendo".
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