Capitulo 9
Luca era tan pequeño que incluso yo pensé que tenÃa 9
años...
Por otra parte, si estuviera muerto de hambre de esa manera,
habrÃa sido incluso desconcertante si fuera más alto.
DeberÃa haberlo sabido. Fue una extraña coincidencia que
Luca se enfermara solo el Primero de Mayo. Esta vez, incluso el año
siguiente...
Un giro completamente inesperado de incluso esto fue, solo
querÃa arrancarme el cabello.
¿Que voy a hacer?
TodavÃa tengo mucho que hacer por Luca, sin mencionar que ni
siquiera tuve la oportunidad de estar preparado emocionalmente...
Lea, ajena a mis luchas y preocupaciones internas, solo sentÃa
curiosidad por cómo capturé su atención.
Sutilmente presionó para obtener una respuesta.
“Entonces, ¿cómo lo encantaste? A decir verdad, si solo
miras su rostro, parece que es difÃcil de conseguir. ParecÃa bastante
difÃcil".
Pero no estaba de humor para responderle a Lea.
La idea de "él", Rüdiger Winterwald, de pie frente a mi casa, me hizo
hervir la sangre.
“Uhh… Lo siento, Lea. Charlemos más tarde. Tengo que
irme por ahora".
"¿Qué? ¡Oye, J-Judith!"
Cuando terminé abruptamente mi conversación con Lea, corrà a
casa con estos bienes en mis manos.
Ella chilló a todo pulmón hacia mi dirección.
“Oye, ¿ese tipo es más importante que tu amigo? ¡Eres lo
peor, Judith!”
~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~
Independientemente de los gritos de Lea, corrà de regreso a
casa, jadeando sin descanso.
La casa parecÃa tan lejana que parecÃa que la caminata nunca terminarÃa.
Mientras corrÃa, esperaba que todo esto fuera solo un
malentendido de Lea.
Tal vez esté buscando a alguien más que a mÃ...
A pesar de mis ilusiones, cuando llegué más cerca de mi casa, un
hombre de complexión corpulenta que se presume era Rüdiger seguramente estaba
parado frente a mi casa.
Supongo que Luca estaba tan enfermo que no podÃa permitirse el lujo de
arrastrarse hacia abajo y abrir la puerta.
Traté de dejar de tragar aire mientras reducÃa la velocidad a una caminata
constante.
Después de llamar varias veces a la puerta, debió pensar que no
habÃa nadie en casa y se dio la vuelta con un pequeño suspiro.
En ese momento, nuestras miradas se encontraron.
Jadeé.
Espera, autor Mx. ¡No se mencionó que este hombre
fuera tan guapo...!
Debajo de su gorra militar, su cabello negro peinado hacia atrás
se parecÃa al plumaje de un martÃn pescador brillando en la niebla, irradiando
un aura azul vibrante.
Como su cabello lacio, sus cejas y pestañas eran espesas.
Sus ojos azul pizarra que me miraban directamente eran fascinantes, como el
cielo después de la lluvia.
Su nariz afilada y prominente continuaba hasta sus labios cerrados y su
barbilla cincelada mostraba su fuerte voluntad.
Era difÃcil argumentar que era atractivo.
Además, el aspecto digno de su cuello levantado reveló su cuello
largo y recto y su hombro cuadrado y ancho, el resultado de un uniforme militar
bien ajustado.
Con sus largos brazos y piernas y músculos bien definidos, parecÃa un
majestuoso semental.
Tragué saliva.
Sin que yo lo supiera, mis pies se detuvieron hasta detenerse.
Sal de ahÃ, sal de
ahÃ.
Si no habÃa nadie cerca, casi querÃa darme una bofetada por
dejar que él me hiciera perder el control.
Y pensar que la apariencia angelical de Luca también me dejó sin aliento...
En cualquier caso, la apariencia de Rüdiger se adaptaba mucho más a mis gustos,
lo que me tomó por asalto violentamente.
Mi corazón ya latÃa con fuerza en mi garganta.
Por otra
parte, era obvio que mi corazón se aceleraba después de ver una manzana tan
prÃstina y pulida en el pedestal que era Rüdiger después de solo ver las papas
sucias del campo que eran los aldeanos.
¿Cómo podrÃa Lea describir a este tipo de hombre como 'frÃo y
aterrador'?
¿Era tan alto que ella no podÃa verlo correctamente?
Eso tampoco podÃa ser.
Lea era solo una mano más corta que yo.
Chasqué la lengua con incredulidad, incapaz de creerle a Lea en absoluto.
Mientras tanto, el hombre que se suponÃa era Rüdiger caminó
hacia mÃ.
Pensar que se veÃa alto incluso desde lejos, pero mientras se acercaba...
Oh, espera un segundo. Por supuesto, dado que era tan
grande, me hizo sentir incómodo.
Sin saberlo, comencé a arrastrar los pies hacia atrás.
0 Comentarios