Capitulo 6: Tú serás la Princesa.
"El camino de regreso a mi paÃs de origen estuvo bastante soleado."
Mientras montaba a caballo, todo se volvió confuso para Latille.
"¿Realmente me despedà de Haizens ? ¿Fue un sueño? Sentà que podrÃa ver a Haizens una vez más si volvÃa, y nos reirÃamos y fingirÃamos que nada de esto habÃa sucedido."
Cuando llegaron al pueblo al final de la frontera, la gente hablaba del matrimonio de Haizens.
- Lady Aini es la mejor! Siempre ha sido famosa por su personalidad...
- Ella es inteligente, y nunca ha estado involucrada en ningún escándalo a diferencia de otros nobles.
- Va a ser una buena emperatriz.
- Su familia también es poderosa, asà que no hay lugar para problemas.
Latille solo se habÃa dado cuenta de que Haizens estaba realmente casado cuando escuchó a las mujeres hablar de ellas con entusiasmo. La gente de Karrisen recibió positivamente el matrimonio.
Esa noche, Latille lloró repetidamente.
Mientras tanto, también habÃa un hombre que apenas podÃa dormir.
Definitivamente recuerdo haber pedido verte de nuevo.
Fue el prÃncipe Klein.

- ¡Maldita sea!
Cuanto más lo pensaba, más herÃa mi orgullo. Me abrazó borracha por la cintura y yo la consolé a pesar de su rostro manchado de lágrimas y su nariz mocosa. Ella se acercó a mà primero; ella dijo que me amaba y me pidió que me quedara y luego desapareció. ¿Es mi turno de perseguirte cuando nos volvamos a encontrar?
Klein se frotó las sienes. En cierto modo, no es gran cosa; conoció a una mujer extraña, y tiene un temperamento inmundo. Lo que lo molestó aún más fue que habÃa asistido a la recepción después de la boda y acababa de ver a la mujer.
"No puedo contener mi vergüenza. Pensar que incluso habrÃa pensado en preguntarte seriamente sobre tu amor no correspondido por mÃ. Desde que eras una princesa, hubiéramos podido casarnos, pero no podrÃa hacerlo sin asegurarme."
Klein gimió y llamó a un sirviente. Tan pronto como llegaron, apretó los dientes y repitió la misma pregunta por decimoséptima vez.
- ¿Es realmente cierto que el lÃder de la delegación del Imperio Tarium ha regresado?
- SÃ, por la mañana. Simplemente saludó a Su Majestad el Emperador y regresó de inmediato.
El asistente respondió con irritación por repetir constantemente la misma respuesta. Mientras Klein exhalaba y jadeaba intensamente, se recostó en la cama.
- Lo hecho está hecho, olvÃdalo. Ella es la que me ama, de todos modos. Si quiere terminar las cosas de esta manera, es su pérdida. No me importa.
*****
Dado que Latille era la lÃder de la delegación, tenÃa que controlar sus emociones. No importa lo lamentable que pareciera Haizens, todavÃa tenÃa que dejar Karrisen y cumplir con sus deberes.
"Me sentà bastante agotado desde entonces, asà que no encontré en mà el cuidado de mis heridas."
Tan pronto como descansó contra su almohada, se durmió y comenzó a sentirse mejor. Al ver la conocida belleza de su patria, Tarium, instantáneamente se sintió aliviada.
"TodavÃa sentÃa dolor cada vez que pensaba en Haizens , pero querÃa volver a casa. ¿No desaparecerÃan pronto estos sentimientos con la ayuda de mi familia y mi institutriz?"
Seguro que espero que estos sentimientos desaparezcan, de lo contrario serÃa una pérdida de tiempo.
Sin embargo, lo que le esperaba a Latille no era la calidez de una familia amorosa, sino una noticia impactante.
- ¿Eh? ¿Hermano dijo que iba a dejar el asiento del prÃncipe heredero?
T"an pronto como escuché esta noticia, me olvidé por completo de Haizens."
Latille miró a su padre sin comprender al escuchar la increÃble noticia.
"No lo puedo creer. ¿Qué quieres decir? ¿Lean se niega a ser prÃncipe heredero?"
- Lamento haberte hecho oÃr esas noticias aunque acabas de volver, Latille.
El emperador sonrió con torpeza. Era hora de que Latille ofreciera su informe sobre Karrisen como su hija y lÃder de la delegación. Sintió pena por anunciar la impactante noticia antes de escuchar el informe.
- ¿Cómo te fue en Carrisen?
- Cumplà mi promesa.
- Su pie, ¿lo pisaste con fuerza?
- SÃ, y el matrimonio de Haizens transcurrió sin problemas, pero eso no importa. ¿A qué te refieres con que Lean abandona el asiento del prÃncipe heredero?
Solo habÃa dos hijos legÃtimos de la Emperatriz, el PrÃncipe Lean y Latille, pero si renuncia a su cargo, entonces ...
- De ninguna manera, ¿Ã‰l tomará su lugar?
Latille preguntó nerviosamente. El primer hijo de la emperatriz que encabezó la lista. Si la emperatriz no tuviera hijos, la hija o el hijo de una concubina sucederÃan en el trono. SabÃa que era más probable que el hijo de una concubina asumiera el cargo de prÃncipe heredero.
"Mi medio hermano, Tratala, era el segundo hijo de una concubina y fue elogiado por su intelecto. Odio admitirlo, pero si el asiento del prÃncipe heredero estuviera disponible, lo más probable es que los nobles lo favorecieran."
- No puedo creer que no hayas llamado a tu hermano por su nombre, Latille.
El Emperador frunció el ceño, pero Latille frunció aún más el ceño.
"No puedo evitarlo."
Latille amaba a su padre, pero no puede responder a esa idea de manera positiva. Estaba en malos términos con Tratala como la mayorÃa de los medios hermanos de la Familia Imperial.
"No hubo tal ocasión que perdonara estos sentimientos; Simplemente detestaba su propia existencia."
La madre de Tratala era una concubina favorecida por el Emperador, y su presencia molestó a la madre de Latille, razón por la cual odiaba a Tratala y explica por qué él también la despreciaba. Odiaba ver a su madre arrastrarse a los pies de la Emperatriz, por lo que, naturalmente, se sentÃa enojado con Lean y Latille. ¿Ver a Tratala subir al asiento del prÃncipe heredero? Para Latille, fue una pesadilla.
- No quiero que Tratala se convierta en prÃncipe heredero.
Ella expresó sus preocupaciones con firmeza, lista para ser regañada por su padre, pero él no lo hizo. Sus labios se curvaron en una sonrisa.
- ¿Por qué no te estás enojando?
Observó a su padre. Aunque el Emperador adoraba a la madre de Tratala, la concubina Anakcha, Latille y Lean eran sus hijos predilectos, los hijos de la Emperatriz; aun asÃ, ni una sola vez le sonrió o se enamoró de ella.
"¿Por qué te reÃste sin regañarme?"
Sorprendido por su reacción inesperada, el Emperador la señaló.
- Eres tú, Latille.
Latille parpadeó confundido.
- Te convertirás en la Princesa Heredera.
Latille se congeló en estado de shock después de que el Emperador repitiera lo que dijo. Al darse cuenta de su obvia aprensión, preguntó con calma.
- ¿Por qué, estás seguro? Si no, dÃmelo con anticipación.
Claramente estaba tratando de provocarla. Latille lo sabÃa, pero tan pronto como lo escuchó, gritó en el calor del momento.
- ¡Yo puedo hacerlo! ¡Lo haré! Me convertiré en la Princesa Heredera.
No habÃa indicio de vacilación en su voz. Solo después de responder, Latille reflexionó seriamente: "¿Puedo hacerlo?", Pero inmediatamente encontró la respuesta.
"¿Qué no puedes hacer? Si Haizens puede hacerlo, yo también. En el pasado, amaba a Haizens y soñaba con gobernar a su lado, pero eso es imposible ahora. Incluso antes de conocer a Haizens, no querÃa convertirme en Emperatriz reinante ya que respetaba a mi hermano; pero como él renunció voluntariamente, apuntaré a algo nuevo. Y convertirse en Emperatriz es algo a lo que vale la pena aspirar. Tan pronto como me di cuenta de que existÃa la posibilidad de convertirme en Emperatriz reinante, pude sentir una sensación de emoción."
- Aún deberÃa aspirar a convertirme en Emperatriz reinante incluso si nacà princesa.
Anticipándose a esa respuesta, el Emperador se echó a reÃr.
- SabÃa que dirÃas eso.
Sus ojos estaban llenos de afecto por su hija; pero el Emperador, que miró momentáneamente a Latille con satisfacción, de repente reveló una expresión severa.
- No obstante, el peso que conlleva esa posición es bastante pesado, Latille. Tendrás que someterte a todo tipo de educación a partir de ahora.
- Entiendo.
Con ojos esperanzados, le apretó las manos con fuerza.
"No estaba mintiendo cuando dije que podÃa hacerlo; Realmente podrÃa, padre."
Latille se rió de satisfacción, pero de repente frunció el ceño.
- ¿Por qué Lean se retiró repentinamente de su puesto?
Casi me olvido de él por un momento ya que estaba abrumado por la alegrÃa. Este fue el tema más importante. El Emperador suspiró con expresión apesadumbrada.
- ¿Quieres saber?
- ¿SÃ?
***
"Más tarde supe que fue el hermano quien me recomendó encarecidamente como candidata a Princesa Heredera."
Cuando Lean renunció a su cargo de PrÃncipe Heredero, el Emperador nombró a Latille como su sucesor. Fue genial para ella, y muchos de los nobles que apoyaron al prÃncipe Lean estuvieron de acuerdo con la decisión del Emperador. El hecho de que los dos compartieran la misma madre lo hizo más fácil, ya que significaba que no importaba cuál de los dos hermanos ascenderÃa al Trono. Sin embargo, las fuerzas de la oposición eran tan fuertes como los partidarios.
- De qué estás hablando. El puesto deberÃa ser para el prÃncipe Tratala.
- ¡Por supuesto! La princesa Latrasille no completó formalmente sus estudios reales hasta que alcanzó la mayorÃa de edad, ¡¿pero ahora se desempeña como Princesa Heredera ?!
- No es porque tenga rencor contra la princesa Latrasille, pero Su Majestad, en este caso, el prÃncipe Tratala tiene derecho a tomar la corona.
- De acuerdo, el prÃncipe Tratala es sorprendentemente inteligente y sus maestros juran por su intelecto. Seguro que fortalecerá el Imperio Tarium.
"¡Esos bastardos! Soy autodidacta. ¿Qué importa de todos modos? Mi padre, que ahora es el Emperador, está sano y es joven, asà que ¿por qué no empezar a aprender de nuevo a partir de ahora? Hay un montón de tiempo. Además, admito que Tratala es bastante inteligente pero, al mismo tiempo, era un idealista."
Encontró más de la mitad de sus agendas polÃticas inviables y poco realistas.
- Qué montón de hijos varones.
Cuanto más pensaba en ello, más enojada se sentÃa y más golpeaba su puño contra su escritorio. Cuando Lean era el PrÃncipe Heredero, los partidarios de Tratala no podÃan decir una palabra por mucho que se opusieran a la decisión del Emperador.
- Va a estar bien. Podrás superarlos, ¿no?
Sernut sonrió suavemente, tranquilizando a Latille.
- Por supuesto que puedo. No dejaré que nadie se interponga en mi camino.
Latille frunció los labios y asintió con determinación.
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